lunes, 21 de abril de 2014

Catedral de Murcia




Recientemente tuvo lugar la Semana Santa, y como todo estudiante fuera de casa, volví a mi tierra por vacaciones. Llegué a Murcia el jueves, y ¿cuál fue mi sorpresa? Era Jueves Santo y esa noche es la Procesión del Silencio, una solemne procesión de luto en ausencia total de música y luz, tan sólo la iluminación de cera de los hachotes de los penitentes y el sonido de los tambores con sordina, junto con las saetas. No soy una persona religiosa en lo más mínimo, pero esa procesión es digna de ser vista. 

Si hay algo que me gusta especialmente de Murcia, junto con su cerveza, es la Catedral de Santa María. Es una pieza clave del barroco español cuya historia sigue los avatares propios de la Murcia de aquellos siglos. se trata del edificio monumental más importante de la capital y es un compendio de todos los estilos artísticos que se suceden desde el comienzo de su construcción -finales del siglo XIV- hasta la finalización de su impresionante fachada barroca en 1751. 

Merece mención destacada, dentro del conjunto catedralicio, la Torre, con entidad y características propias que sustituyó la antigua torre medieval, demolida a principios del siglo XVI, para construir la Portada de la Cruz y la torre renacentista. Otro aspecto sobresaliente de esta monumental construcción son sus capillas de excepcional belleza, entre las que sobresalen la de los Vélez y la de Junterones, así como sus puertas laterales, de los Apóstoles o de las Cadenas. 

Actualmente, frente a la Catedral, se encuentra la ampliación del Ayuntamiento, obra realizada por Moneo. Se ha convertido en uno de los símbolos arquitectónicos de la Murcia contemporánea. Aunque recibido con polémica por algunos sectores desde su inauguración en 1998 (debido a su emplazamiento en plena Plaza Belluga), ha sido un inmueble de referencia dentro de la obra del arquitecto y de la ciudad. 




Odisea

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